Mensaje en cadena nacional, desde la Antártida
Querido pueblo argentino, como Presidente de la Nación siento un gran orgullo por estar hoy aquí, en la Antártida Argentina.
Debo empezar agradeciéndoles, como argentino, a ustedes, científicos y científicas, integrantes de nuestras fuerzas armadas, trabajadores y trabajadoras, a cada familia que aquí se ha establecido, por el esfuerzo, por la constancia y por el patriotismo que demuestran.
Feliz día de la Antártida Argentina a las y los compatriotas que trabajan ahora en la Base Marambio, en las otras 12 Bases, en campamentos y refugios antárticos y en los Buques afectados a la campaña antártica. Ustedes marcan la continuidad de 119 años de presencia permanente e ininterrumpida de la Argentina en el Continente Antártico. Desde el 22 de febrero de 1904 se estableció el Observatorio Meteorológico en las Islas Orcadas del Sur. Solo 4 Presidentes llegaron hasta aquí. Soy el primero en hacerlo, luego de más de 20 años y por eso también, lo confieso, me embarga de una profunda emoción.
Acá, bajo los cielos más australes del mundo, quiero invitar a cada argentino y a cada argentina a que pensemos en nuestro país, que lo imaginemos entre todos y todas, porque aquí, en el fin del mundo, uno puede asumir la dimensión de la patria. Aquí advertimos que nuestra bandera se extiende mucho más allá de la Tierra del Fuego, se extiende por el mar, hacia el Sur, y llega hasta este suelo, donde el celeste y el blanco se unen en el horizonte.
Argentina es una patria sin igual y este es un paisaje único. No tiene el verde de la región pampeana, siempre imaginada como el motor económico de nuestro país, tampoco guarda los sabores, los colores, los aromas de nuestro maravilloso Norte. Aquí donde la nieve y el hielo todo lo cubren y apabulla la inmensidad del mar y los cielos, nosotros descubrimos que su geografía es parte indivisible de nuestra identidad. Los Andes, columna vertebral de nuestra historia latinoamericana de liberación, asoman aquí y se muestran más argentinos que nunca.
La Argentina es un país que se extiende desde la Quiaca hasta esta Antártida, hasta estas Islas del Atlántico Sur. ¿Por qué será que nuestro imaginario no repara en el azul profundo del Atlántico Sur, en el viento helado de la Meseta patagónica, en los acantilados o en los hielos del sur? Este suelo que estoy pisando es parte de la Argentina; y que el Estado esté acá, es un acto de justicia, para con nuestra historia, para con nuestra identidad. Venir hasta este lugar es reconocer lo grande que somos, mucho más de lo que algunos paladines del desánimo quieren hacernos creer.
Argentina es un enorme país, por su territorio y por su pueblo. De nada le servirían los millones de kilómetros cuadrados de nuestro mapa, sin nosotros y nosotras, habitándolos como una comunidad organizada. Aquí hay hombres y mujeres que trabajan diariamente, docentes que educan a nuestros hijos, profesionales de la salud que nos preservan de enfermedades, científicos y científicas que investigan para ofrecernos mejores condiciones de vida. Todo lo hacen bajo el común denominador de afianzar soberanía donde todo se vuelve inhóspito.
La Antártida debe ser parte de nuestra cotidianeidad, debe integrarse de una vez y para siempre en nuestros corazones. En 2020 aprobamos la Ley de Espacios Marítimos, nuestros mapas muestran hoy al sector antártico en su real proporción, convirtiendo repentinamente, a la Tierra del Fuego en el centro geográfico de nuestra patria. Ahora, cuando miremos hacia el Sur, tomaremos dimensión de lo que representa esa aguja blanca que penetra nuestro mar. Ahora sabemos que esa tierra de incógnita, como la llamaban en la antigüedad, guarda la fuerza de la naturaleza y es parte de nuestra Argentina.
Desde el siglo XIX los escritores hablaron de la gran tarea de reunir una tierra que sentían fragmentada. Sarmiento, Echeverría, José Hernández, Lugones, Scalabrini Ortiz, todos hablaron de la Pampa, real o mítica; otros como Horacio Quiroga o Juan Ortiz nos mostraron las letras de las bellas zonas litoraleñas. Finalmente poetas y músicos de la talla de Atahualpa o el Cuchi Leguizamón, plasmaron con su arte, el dolor y la alegría del Norte argentino. Sin embargo, nuestro Sur apenas aparece en diarios de viajeros, o en relatos de pioneros o naturalistas. A la Argentina más austral, son muchos los que la miran como un territorio lejano, sometido a la inclemencia del clima. “El Sur también existe”, diría Mario Benedetti y ese Sur es argentino, es parte indisoluble de nuestra patria.
Este año los argentinos celebramos 40 años de democracia ininterrumpida. En los años de la dictadura, creíamos que una democracia fuerte solo era una utopía que vagaba entre nuestros sueños. Ahora que esa utopía se ha vuelto realidad, es hora de plantearnos otra utopía: la utopía de la igualdad. Cuando los invito a acompañarme en procura de hacer realidad esa utopía, también los estoy invitando a promover igualdad territorial a lo largo y a lo ancho del país. Los invito a darle fuerza a nuestro norte olvidado, los invito a potenciar nuestro centro productivo, los invito a desplegar la energía que nuestro sur guarda, los invito a pensar la Antártida, las Islas del Sur, y el inmenso mar que la circunda como una fuente de riqueza que existe, pero que aún está inexplorada.
Desde el 2014, Argentina, tiene el orgullo de llevar adelante el Programa Pampa Azul. Un proyecto de investigación integral y en el que, durante este gobierno, hemos invertido más de 1.000 millones de pesos. Desde el principio de la gestión hemos llevado a cabo acciones tendientes a afianzar nuestros intereses soberanos en la Antártida. Creamos el Observatorio Oceanográfico a bordo del rompehielos ARA Almirante Irízar. Nada de esto sería posible sin la acción fundamental del Ministerio de Defensa de nuestras Fuerzas Armadas y del Comando Conjunto Antártico para el transporte del personal y el apoyo logístico en las bases antárticas. Solo así es posible el desarrollo de las tareas científicas de servicios y de gestión ambiental del Plan Anual Antártico; como parte del programa construir ciencia estamos finalizando la instalación de nuevos laboratorios antárticos multidisciplinarios, es la primera vez en décadas que se da un paso de esta magnitud. Vamos a mantener los laboratorios que existen y promover la creación de más laboratorios Antárticos multidisciplinarios. Vamos a preservar las 13 bases y garantizar la continuidad de las campañas de verano.
Estamos trabajando en la renovación de la Base Petrel, que fuera incendiada en 1979; será una estación sustentable, apoyada en energías alternativas, aptas para la logística de aterrizaje y que contara con un puerto. Ya es hora, además, de cruzar la ciencia con la cultura y por eso creamos una sede de la Biblioteca Nacional.
En el ciclo cultura es soberanía buscamos traer el arte a la Antártida, y también vamos a crear una corresponsalía Antártica itinerante de la Agencia Télam; porque a la Argentina le tiene que importar conocer las noticias de nuestra Antártida. Haciendo todo cuanto se los he detallado estamos construyendo el futuro de nuestra patria. No esperemos el futuro, hagámoslo hoy.
El año pasado, conmemoramos los 40 años de la Guerra de Malvinas y fue muy conmovedor escuchar a millones de argentinos y argentinas recordar a nuestros combatientes durante los festejos del mundial de fútbol. Es hora de volver a poner la vista en el sur. Malvinas es una causa actual y es más que la memoria de la guerra. Malvinas es una causa nacional porque el Atlántico sur, y sin duda, nuestro territorio Antártico son un ancla de vital de nuestra soberanía territorial y política.
Recorriendo las estaciones científicas radicadas en la Antártida, observando la tecnología que han desplegado, viendo las actividades que día a día aquí se desarrollan, no podemos más que pensar en el futuro; en nuestros mares del sur está el futuro y la Antártida parece convertirse en ese horizonte de proyección en donde el futuro nos espera. Reafirmamos el compromiso argentino con la conservación del ecosistema Antártico. Hemos presentado junto a la hermana República de Chile el establecimiento de un área marina protegida en la zona de la Península Antártica.
La presencia argentina en la Antártida comienza en 1902 y jamás, jamás, se vio ininterrumpida. La primera expedición científica a la Antártida Continental Argentina, destinada a crear una base permanente, partió el 12 de febrero de 1951 del Puerto de Buenos Aires. Ese día, el entonces presidente Juan Domingo Perón junto a su esposa María Eva Duarte, despidieron a los expedicionarios. Iban a crear el instituto Antártico, fue la primera institución científica a nivel mundial dedicada exclusivamente a la investigación Antártica. Perón sabía que la ciencia es sinónimo de soberanía, no hay desarrollo posible sin producción científica-tecnológica.
La Antártida es un centro de investigación científica de gran importancia para la humanidad y para nuestro país. El crecimiento de la Argentina tiene proyección hacia el sur y visión bicontinental y parte del desarrollo nacional depende de la defensa de sus componentes estratégicos. Cualquier ciudadano o ciudadana tiene derecho a hacerse una pregunta, ¿esas investigaciones en qué cambian mi vida tan alejada a la Antártida? La respuesta es simple, cada avance contribuye al desarrollo científico y tecnológico de la Argentina como un todo, cada progreso ayuda a que nos conozcamos más y mejor, que podamos conocer nuestros recursos, sobre todo, en un área clave para la paz regional y mundial como es el Atlántico sur.
Nuestro país ostenta un rol protagónico que es fruto de una ardua labor diplomática científica y logística. Hemos sido horados con el establecimiento de la sede de la Secretaria Ejecutiva del Tratado Antártico desde el año 2004; fue y es indiscutiblemente un reconocimiento internacional a que la Argentina está comprometida con los principios básicos de mantenimiento de la paz, cooperación científica internacional y protección del medio ambiente para nuestro bienestar y el de las generaciones futuras. Más y mejor ciencia y protección del medio ambiente significan mejor conocimiento de nuestros espacios.
En medio de la crisis climática, estos hielos, este cielo es una promesa del planeta; por eso reafirmamos el compromiso argentino con la conservación del ecosistema Antártico. El mundo de hoy observa una guerra desatada en Europa sin conocer hasta dónde llegaran los daños que ella provoque. La amenaza nuclear vuelve a sumar ante una humanidad que mira impávida cómo se expande la violencia y la muerte en un mundo que acaba de sobrevivir a una pandemia; pareciera que los muertos en Hiroshima y Nagasaki no pesan en la conciencia de los agresores. La paz mundial para nosotros un imperativo; preservar la paz depende de todos y cada uno de los que habitamos nuestro planeta.
En un momento en que el mundo es pura incertidumbre, la Antártida es zona de paz, es imagen del futuro; esta tierra, antes mítica, hoy está al alcance de nuestra ciencia y tecnología, de nuestra planificación estratégica y de nuestra capacidad de proyectar. Las tareas que se llevan hoy, en la Antártida, son vitales para la humanidad y esas tareas las estamos haciendo nosotros. La Argentina da el trabajo cotidiano, la Argentina que viaja hacia un futuro de libertad, Argentina despierta, la Argentina se está moviendo. Argentina es mirada por el mundo como el símbolo de todo lo que podemos lograr juntos; por eso hoy, desde el final del mundo, vengo a hablarles de nuevos inicios, de principios; comienza un mañana de paz y prosperidad, pero lo podremos lograr unidos y eso es lo que estamos haciendo. Muchas gracias.