Inauguración del nuevo edificio Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia, en la Univ Nacional de Tucumán

Alberto

Buenas días, buenas tardes a todos y todas, una alegría muy grande estar hoy aquí en la Universidad de Tucumán. Le decía al rector que era la primera vez que la visitaba y la verdad yo que soy un peleador, un amante de la universidad pública y esta universidad es un centro con mucha historia, es la gran Universidad del Norte argentino y nunca había tenido la suerte, el privilegio de poder visitarla, como tengo hoy.

La universidad tiene que ver mucho, en este tiempo, con la posibilidad de que la Argentina se desarrolle, porque los tiempos que se avecinan reclaman del conocimiento del desarrollo científico, del desarrollo tecnológico. Y para eso las universidades son centrales, son muy importantes. Contrariamente a lo que muchos creen, yo soy de los que piensa, que debemos abrir muchas universidades para acercar a las universidades a la gente, que no podemos exigirle a los jóvenes que sufran el desarraigo para poder estudiar; cuantas más universidades pongamos cerca de los que quieren estudiar más posibilidades de desplegar conocimientos tendremos.

Yo soy un hijo de la Universidad de Buenos Aires, amo a mi universidad. Allí estudió mi padre, mis hermanos, allí estudié yo y allí sigo dando clases yo.

Esa universidad, cuando cumplió 200 años, tuve el privilegio yo de cerrar el acto en conmemoración de esos 200 años de la Universidad. El entonces Rector, Alberto Barbieri, tuvo la generosidad de regalarme una réplica de la Ordenanza, por la cual se creó la Universidad de Buenos Aires, y era muy interesante leer los considerandos. Para muchos que no entienden por qué nosotros insistimos con acercar la universidad a la gente, porque – cuando uno lee los considerandos, de aquella Ordenanza – va a encontrar un párrafo que dice que “las familias criollas que viven en esta ciudad no pueden seguir mandando a sus hijos a Córdoba, Chuquisaca o a Europa, necesitamos tener una universidad que les quede cerca para que, aquí, puedan desarrollarse”.

La verdad, los porteños de 1820, nos explicaron todo y dijeron que hay que acercar la universidad a los chicos y no hacer que los chicos se acerquen para tener una universidad. Y eso es exactamente lo que nosotros promovemos y acercar la universidad no es sólo crear nuevas universidades, que hacen falta, sino también mejorar las condiciones de infraestructura de las universidades, que ya existen y gozan de un enorme prestigio.

La Argentina, gracias a aquella universidad, gracias a Sarmiento, gracias a Alberdi, desarrolló la idea de la educación pública con mucha fuerza y tuvo hitos muy importantes, como – por ejemplo – la Reforma Universitaria, del 18, que se protagonizó en Córdoba, en la Universidad de Córdoba. Yo guardo en mi memoria – cuando visité la universidad y Hugo Juri era el Rector de la Universidad de Córdoba, que me llevó al salón central de reuniones del claustro, y vi todo pintado de morado y eso fue lo que le dio origen al nombre de la Franja Morada, ese salón morado. Y en ese salón morado hicimos los argentinos algo revolucionario, que es el gobierno tripartito de la universidad. Ahí la universidad empezó a ser gobernada por los profesores, por los graduados y por los alumnos y además garantizamos algo central, en nuestros universidades: la libertad de cátedra, que fue lo mismo, que garantizar la libertad de pensamiento, la libertad de educar y la aprender, cada uno con el pensamiento, con la lógica y con la doctrina que prefiera.

La universidad argentina creció, creció en Buenos Aires, creció en Córdoba, creció en Tucumán, creció en Santa Fe, creció en La Plata y un día Perón – como bien decía Juan – allá en el año 49 declaró gratuita la educación universitaria y terminó con los aranceles, que entonces existían en la universidad. Ahora, qué notábamos, que para mucha gente estudiar era un problema. Entonces iniciamos con Néstor, por el 2003, la idea de empezar a hacer que proliferen universidades, ya había empezado un poco antes, no voy a mentir, que proliferen universidades a lo largo y a lo ancho de la Patria, las universidades públicas. Y se abrieron muchísimas universidades, centros de excelencia, hoy en día, como la Universidad de San Martín, la Universidad de Quilmes, la Universidad de Villa María, en Córdoba; nuevas universidades, que lo que hicieron fue acercarse a los alumnos y terminar con ese castigo de hacer que nuestros hijos se desarraiguen de nuestras casas, tengan que irse a vivir a miles de kilómetros de su hogar para poder desarrollarse.

Yo soy hijo de un riojano, que se fue a estudiar, a los 12 años, a Buenos Aires, allá por el año 29 y que estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires internado y cuando terminó su carrera secundaria, empezó su carrera universitaria, en la Universidad de Buenos Aires, siempre lejos de su Chilecito querido. Cuando crecimos, él era juez, y cada enero nos llevaba de vacaciones a La Rioja, era casi una crueldad, porque hacía casi 50 grados, en La Rioja, pero la verdad, cuando fui creciendo me preguntaba por qué el viejo nos llevaba a La Rioja, pero era – un poco – recuperar todo lo que en su juventud no había tenido, disfrutar lo que había perdido en sus años de estudio en Buenos Aires. ¿Y por qué alguien tiene que pasar por eso? No, yo no quiero que eso pase, yo quiero que el que nazca en Tucumán estudie en Tucumán, el que nazca en La Rioja estudie en La Rioja y el que nazca en cualquier provincia, en cualquier lugar estudié allí, donde ha nacido. (APLAUSOS). Eso es lo que quiero, porque además la historia da cuenta, que grandes hombres y grandes mujeres, de la Argentina, han nacido en el interior de la Patria. Y no es verdad que la ciencia y la tecnología sean patrimonio de Buenos Aires y su área metropolitana, no es verdad eso.

Cuando llegamos al gobierno, en el año 2019, el 80 por ciento de los recursos destinados al desarrollo científico y tecnológico estaba destinados al área metropolitana de Buenos Aires y sólo el 20 por ciento al interior del país y era un enorme error, porque el interior del país tenía para desarrollar mucha ciencia y mucha tecnología, en temas que a los argentinos nos preocupaban. En temas agrícolas, por ejemplo, y ¿qué hicimos? Cambiamos esa ecuación, pues hoy en día el 80 por ciento de los recursos destinados a la ciencia y la tecnología van al interior del país y sólo el 20 por ciento va al área metropolitana de Buenos Aires. (APLAUSOS). No es un acto discriminatorio, es poner las prioridades donde deben estar. Porque de repente, un día, allá, en Buenos Aires una empresa láctea, muy importante de la Argentina, me invito el día que empezaba a comercializar un yogurt que tenía una bacteria que se había desarrollado, que era muy bueno para el cuerpo humano; y con mucha alegría veía que el embace además de la marca, que es una multinacional, tenía el sellito del CONICET y el de la Universidad de Tucumán; porque esa bacteria, ¿dónde se desarrolló? y ¿dónde se hizo toda la investigación? en Tucumán. Y eso qué da cuenta, que la ciencia y la tecnología está en la cabeza de muchos argentinos, no de los que van al puerto porteño. Y que nosotros tenemos que ayudarlos a que desarrollen esa ciencia y tecnología en el interior de la Patria; y que muchas veces todo eso repercute en favor de toda la Argentina, no de la región donde se ha desarrollado.

Yo conté ese ejemplo, podría miles de ejemplo más de cómo hay desarrollo científico y tecnológico; días atrás una mendocina y una santafesina -si no mal recuerdo- me contaban cómo habían detectado en la yerba mate una cualidad…, -soy abogado, no es mi fuerte el discurso científico duro; pero una cualidad en la yerba mate, que tenía mucho que ver con la prevención del cáncer de mamas. Dos chicas muy jóvenes, una mendocina y una santefecina; financiadas en su investigación por el CONICET. Y podría seguir dando ejemplos, pero no quiero aburrirlos.

¿Qué quiero marcar con esto? que indefectiblemente el Estado debe estar presente promoviendo la ciencia, la tecnología y la educación, y el conocimiento; porque la sociedades más ricas son las sociedades que acumulan conocimiento, no son la que acumulan petróleos, litio; no, no, son las que acumulan conocimiento; porque el litio por si solo vale algo o vale mucho, si quieren, pero si al litio le agregamos el valor del conocimiento; lo convertimos en hidrocarbonato de litio y lo ponemos en baterías e industrializamos, vale mucho más; y vale mucho más porque además genere mucho más trabajo, por todo eso vale mucho más.

Yo voy a morir agradeciéndole a mi querida universidad haberme formado; y todo el tiempo que pueda dedicarme a devolverle lo que me ha dado educando a las nuevas generaciones; y voy a seguir todos los días apostando a la educación pública. Este edificio es aportar a la educación pública, es darle mejores condiciones a 3 mil alumnos, que estudian bioquímica, farmacia, química y biotecnología; que es la cuarta carrera que vamos a estudiar en esta facultad. Y bienvenido sea que invirtamos en ellos; acá invertimos 764.000.000, esto era -hasta el momento que nosotros llegamos- un esqueleto de hormigón, que en el año 2010 había quedado paralizado; que cuando se consiguieron fondos; los fondos, como bien dijo el rector, exigían que las universidades pongan la mitad del dinero y la CAF, que es algo así como el Banco Sudamericano o Latinoamericano, ponga la otra mitad; pero, claro, las universidades estaban muy ajustadas presupuestarias, no pudieron cumplir. Y nosotros tomamos, con Gabriel, la decisión de que sea el Estado Nacional el que ponga la otra mitad para que esto se pudiera hacer.

Lo cierto es que nosotros hoy tenemos 167 intervenciones edilicias universitarias. Y yo me llevó para mi alma, para mi corazón, alguna diría enormes, sabiendo que, por ejemplo, pude inaugurar la sede de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego en Ushuaia; volviendo de la Antártida; hice una escala en Ushuaia y ahí inauguré el edificio que construimos nosotros para la Universidad de Tierra del Fuego. Y es la misma alegría que tuve cuando construí e inauguramos el edificio de farmacia y bioquímica de la Universidad de Misiones; y es la misma alegría que tuve cuando ampliamos la Universidad Arturo Jauretche, allí en Florencio Varela; y es la misma alegría que tuve cuando un hormigón, un esqueleto de hormigón lo terminamos en la Universidad Nacional de San Martín; y ese es un recuerdo particular porque en esa universidad está terminando de hacerse la vacuna contra el COVID-19; hecha por argentinos, con ciencia argentina, con recursos argentinos; una asociación de esa universidad con el CONICET y con una empresa de un laboratorio privado. Es la misma alegría que siento hoy inaugurando este formidable edificio, en este campus magnifico que tiene la Universidad de Tucumán y que ya vamos a empezar las obras para que ese esqueleto de al lado deje de ser un esqueleto y sea un edificio como este. (APLAUSOS).

Yo días atrás cuando inauguramos el gasoducto Néstor Kirchner, dediqué un párrafo a mostrarle a los argentinos dónde estaba el futuro; ¿Dónde está el futuro de los argentinos? En el norte, es la gran oportunidad para que el norte se desarrolle. En este norte que ha mejorado mucho su capacidad agrícola, pero que también tiene litio y también tiene cobre, que también puede producir energía solar, que produce ganadería, el gran productor de limones acá; que el mundo también está reclamando, si el mundo supiera la cantidad de limones que usa una gaseosa que toma todos los días, se daría cuenta lo importante que es producir limones. No puedo hacer marcas, pero todo se imaginan.

Lo cierto es que yo a este norte le puse particular atención, le presté particular atención. Porque soy hijo de un riojano que me ha contado siempre las penurias del norte; y quise sacar al norte de este letargo. Y me voy con una enorme tranquilidad; miren, acá en Tucumán, -solo en Tucumán- tenemos 380 obras públicas en ejecución y en un número más reducido en proyección; 380 obras públicas; invertimos 166.000.000.000 de pesos en obras públicas en Tucumán. Pero además el Presupuesto Nacional de obras públicas en Argentina creció el 633 por ciento. Pero el Presupuesto de obras pública para el norte argentino creció casi el 800 por ciento; ¿y eso para qué es? para que el norte se desarrolle, para que el norte crezca, para que el norte siga avanzando. Porque lo que el mundo necesita, en gran medida, hoy está en el norte de la Patria. Si el mundo necesita elementos, el norte lo produce; si el mundo necesita carne, el norte lo produce; si el mundo necesita litio, el norte lo produce; si el mundo necesita cobre, el norte lo produce. Es la gran oportunidad que tenemos para desarrollar al norte.

Yo lo he empezado y quisiera que no dejemos de hacerlo; que quien me suceda no deje de hacerlo. Porque sé también…, yo pienso así y quienes estamos en esta mesa seguramente pensamos así; más allá de la pertenencia política de cada uno, pero hay mucho que no creen esto; hay muchos que decían que era mejor no abrir más universidades porque los hijos de los que trabajan nunca llegan a la universidad; mentira, mentira. El 90 por ciento de los que estudian en las universidades de Gran Buenos Aires son primera generación de universitarios en familias de trabajadores. (APLAUSOS). Y yo no sé querido rector como debe ser la proporción en esta universidad, pero debe ser parecida, debe ser parecida. Entonces no es verdad que no hacen falta universidades, lo que hace falta es darle oportunidad a los que quieren estudiar, acercándoles la universidad para que puedan hacerlo. Y hoy estamos dando un paso en ese sentido.

Estoy muy feliz, querido rector, de conocer su universidad, estoy muy feliz, querida decana, de ver las nuevas instalaciones de tu facultad; y estoy muy feliz, queridos tucumanos, queridos hermanos y hermanas del norte argentino, de que está universidad de Tucumán, con 109 años de vida, siga creciendo porque le hace bien al país. Gracias a todos y todas. 

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