Palabras al cumplirse dos años de la sanción de la Ley 27.610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo.

Alberto

Hace dos años lográbamos convertir en ley la Legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Era como una suerte de punto de llegada, de una lucha que había empezado de hace muchos años y que fue un enorme movimiento social que fue creciendo, que se fue imponiendo en las calles y que también fue condicionando al sistema político a tomar esa decisión; Que no tenía ningún sentido la criminalización del aborto y que, además conducía a enormes injusticias, la mayor injusticia es que quién tenía recursos podía hacer su aborto en condiciones de asepsia y de seguridad suficientes y quién no, exponía su vida, exponía su salud y además se arriesgaba a terminar presa. Y si en verdad a mí me preocupaba tanto le desigualdad de esa, que caía una mujer pudiente o que tenía una mujer pudiente, que podía pagar con los cuidados sanitarios correspondientes su aborto, y la desigualdad horrible en la que caía la que no tenía esos recursos, la verdad es que no bastaba con no criminalizarlo, había que darles posibilidad a todos de acceder al derecho.

Lo mejor que tiene esta ley es que fue una lucha contra la hipocresía, fue un gran triunfo contra la hipocresía. Es un gran triunfo porque nos hace una sociedad mejor, porque cada vez que ampliamos derechos vivimos en una sociedad mejor.

Esta ley es el resultado de un cambio de cultura, de una lucha enorme que las mujeres llevaron durante años (APLAUSOS) y que un día un Gobierno y un Congreso estuvo dispuesto a reconocer.

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